Durante mi
carrera he tenido la oportunidad de visitar varios volcanes en varios lugares
del mundo y con diversos niveles de actividad. Sin embargo, Stromboli, al que
he acudido en más de una ocasión es quizás el más fotogénico de todos los que
conozco. Vivir las erupciones de un volcán de cerca es una experiencia
sobrecogedora, y Stromboli ofrece unas posibilidades excepcionales en este
sentido.
Stromboli es
una isla del archipiélago de las eolias, la más alejada del continente de todas
ellas. Es en sí misma un volcán que se eleva 3000 metros sobre el lecho marino,
2000 de ellos bajo el nivel del mar y 1000 emergidos sobre la superficie. Está habitada
en dos poblaciones, Stromboli y Ginostra. Entre ambas no suman los 500 habitantes
y, Ginostra, la menor de las dos, dice tener el puerto más pequeño del mediterráneo
y sus habitantes aun utilizan burros como medio de transporte.
Hace
pocas semanas he tenido oportunidad de visitar de nuevo la isla acompañado de
un grupo de fotógrafos interesados en fotografiarla y vivir la experiencia del
volcán en un taller que organizamos para tal fin.
Os dejo
algunas fotos del lugar (podéis hacer clic para verlas más grandes) y, durante los próximos días, comentaré extensamente
una de las fotos que os muestro y explicaré la técnica utilizada para lograrla.
Desde el
mar, Stromboli muestra su típica forma de cono volcánico y, cuando se produce
una erupción, deja ver el negro humo que emana del cráter.
Frente a
Stromboli se encuentra un pequeño peñasco con un faro, el Strombolichio, que
geológicamente es anterior a la emersión de la propia isla de Stromboli.
Pese a que
hay muchas cosas bonitas en Stromboli, empezando por el propio pueblo de casas blancas o sus paisajes mediterráneos, para no alagarme voy al centro de interés de
nuestra visita: el volcán.
Para verlo
en su esplendor hay que emprender una caminata que se eleva por la ladera del
volcán. El ascenso hasta los 400 metros de altura es libre, por encima de los 400 metros
se deben pedir permisos.
Sin embargo,
ya desde los 400 metros de altura y desde el lugar adecuado las vistas son
impresionantes. Pueden verse con seguridad las erupciones y la “Sciara du fuoco”,
que es el camino que los materiales piroclásticos siguen desde su erupción
hasta llegar al mar.
Si bien de
día ya es impresionante,
Es de noche
cuando el espectáculo alcanza su máximo esplendor.
Y si las
fuerzas y los permisos lo permiten, caminar los 1000 metros de desnivel que
llevan hasta la cumbre y planear la ascensión para llegar a la cima en la
puesta de sol tiene recompensa: Una hora (tiempo máximo permitido en la cima)
de impresionante espectáculo en el borde del cráter, con el mar de fondo en un
lugar que la naturaleza parece haber diseñado expresamente para ser disfrutado
con la contemplación de los mejores fuegos artificiales que yo haya visto
nunca.
Finalmente,
Stromboli tiene uno de los mejores cielos de Europa en cuanto a contaminación
lumínica se refiere, y esto permite disfrutar de un manto de estrellas cada
noche despejada.
Quiero acabar agradeciendo
su presencia a los participantes que quisieron acompañarme en esta aventura y que espero que
disfrutasen de la experiencia.
De izquierda a derecha: Marta, Joan, Jordi, Montse, Yo, Victoria, Vicenç, Victor, Isa y Dolors y Maria que no aparecen en esta foto. Muchas gracias a todos!
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