Datos toma
Stromboli 2012. RAW. 116 mm. Enfoque manual. Exposición Manual.
ISO 200. f/ 6,3. 20 s. WB 3000
ºK. Trípode. Cable disparador. Revelada
en Lightroom.
Condiciones y técnica:
Fotografiar un volcán no es tarea fácil. Incluye el dominio
de diversas técnicas relacionadas con la fotografía de larga exposición con la
añadidura de la impredictibilidad de la erupción, que es diferente cada vez.
Podría asemejarse, en cierta manera, a la técnica adecuada para fotografiar
fuegos artificiales. El mejor momento para fotografiar un volcán es durante la
noche o al anochecer. Un trípode y un cable disparador son imprescindibles y un
filtro skylight puede ser conveniente para tratar de proteger los
recubrimientos de las ópticas de los gases corrosivos que el volcán puede
emanar.
En este tipo de fotografías, lo esencial es establecer de
entrada la abertura y el iso a utilizar. Estos parámetros determinarán el nivel
de exposición de la erupción con independencia del tiempo de exposición. Estos
valores son difíciles de estipular a priori, ya que dependen de cada volcán, de
cada erupción, del tamaño que ocupa en el encuadre… El estudio de la actividad
del volcán, de la posición desde donde se fotografiará y el buen ojo del
fotógrafo ayudarán a estimar estos parámetros que se afinarán por ensayo y
error.
Una vez estos parámetros están fijados, el tiempo de
exposición afectará en poca medida a la exposición de la erupción, sin embargo,
tendrá efectos significativos en la exposición del segundo plano. En el caso de
ser el cielo y de no ser noche cerrada, se logrará que se muestre más azulado
en una exposición larga, al sumar más luz durante la exposición. Esto no sucede
así con la erupción, ya que ésta ocurre en un intervalo más corto de tiempo y
cada “trazo eruptivo” sucede en lugares diferentes y no se suman unos a otros
(aunque si se suman, en cierta medida, en el centro de la erupción). Además, mayores tiempos de exposición, pueden
permitir captar dos erupciones consecutivas o trazos de estrellas de fondo. Usar
el modo bulb de la cámara suponen la forma más cómoda de afrontar la fotografía
de las erupciones, ya que se puede
iniciar la fotografiar en cualquier momento, esperar a que se dé una erupción y
finalizar la exposición una vez la erupción ha concluido. En el caso de usar
exposiciones largas, es recomendable tener activado en la cámara la reducción
de ruido de larga exposición. Esta opción mejorará los resultados en la
fotografía, sin embargo, la duración del proceso es tan larga como la propia
duración de la fotografía, y esto podría llevar a perdernos alguna erupción…
Por otro lado, estar atento al momento de la erupción y
realizar en aquel momento fotografías de exposiciones más cortas crearán
imágenes más dramáticas, con trazas más cortas y más representativas de la
tensión de la erupción.
Para finalizar, comentar que los balances de blancos fríos
acostumbran a ser los más convenientes en este tipo de fotografía, ya que
mitigan los tonos cálidos de la erupción sin llegar a eliminarlos y enriquecen
el cielo con los violetas y los azules.
Composición:
La composición de la imagen es sencilla y con pocos
elementos. La erupción, situada en un tercio capta rápidamente la atención.
Después el ojo sigue las trazas eruptivas y el descenso de la ladera hacia la
derecha. Es destacable, en esta foto, los degradados de color desde los tonos
cálidos de la zona eruptiva hasta los fríos del cielo, captados gracias a la
larga exposición y al balance de blancos utilizado.